jueves, 21 de julio de 2011

MILAGRO

A mi padrino Eric.



Él tenía 14 o 13 años, con los ojos rojos y llorosos no se podría distinguir su edad. Parado, con las manos metidas en en las bolsas del pantalón, un mariachi de fondo, tocando "Violín Huapango". Mucha gente a su al rededor, todos de pie. Había cierta tristeza en el aire, no recuerdo si era una tarde nublada o soleada, el clima es lo de menos. Él temblaba un poco. "Tú no estás muerto, tu cantar sigue despierto, yo lo escucho todavía en mi tierra tan querida" cantaba el mariachi mientras el cruzaba con más fuerza los dedos dentro del pantalón.

La mañana del día anterior él se había despertado más temprano que de costumbre, lo habían despertado, lo despertó el teléfono, sonó cuando no salía el sol, se quedó acostado, intentando dormir pero ya no pudo. Daba vueltas en la cama queriendo dormir, pero no pudo. Escuchó a su papá salir de la casa, a su mamá entrar al baño, volvió a escuchar el teléfono y la madre sollozar tratando de decir algo. Daba vueltas, apretaba los ojos para ver si así podía dormir, pero ya no lo logró. Solo escuchaba la respiración de su sobrino de tres años que se había quedado dormido en el sofá, todo lo demás era silencio. La noche anterior  el niño no quería dormir, seguía jugando playstation, seguía corriendo toda la noche, de madrugada, a las tres de la madrugada fue cuando quedó dormido en el sofá, él trató de llevarlo con todo y sofá al cuarto, porque si lo llevaba abrazado corría el riesgo que despertase y no quisiera dormir. Lo dejo dormir media hora, para que el sueño se hiciera mas profundo, empujo el sofá y el niño medio despertó, susurraba: "papa! papa!" casi eran las cuatro de la madrugada, llevó el sofá hasta el cuarto, ahí el niño ya estaba dormido otra vez. Por eso fue raro que se despertara tan temprano si casi no había dormido, él se levantó, mejor dicho, el niño fue y lo levanto de la cama, salieron a la cocina, ahí estaba su mamá, algo le dijo y a él se le pusieron los ojos rojos. El niño tenía hambre así que la mamá preparó huevos revueltos, él niño le echó medio bote de salsa catsup y se los comió con tortilla.

La mañana era fría, él estaba sentado en la banqueta, adormecido mentalmente, mirando el empedrado de la calle y de reojo al niño que corría por la banqueta. Escuchó un caballo que se acercaba, de lejos pudo ver que era su bisabuelo, casi noventa años y todas las mañanas se levantaba temprano para ir a caballo a su rancho. A esas horas el anciano ya debería de ir en camino al rancho, fue raro verlo de regreso, se acercó en su caballo, lo miró, después al niño y preguntó: "él es el niño?" Sí, contesto él. Se quedó un momento mirando al niño para después seguir en silencio con su caballo de regreso a casa. Él se quedo toda la mañana sentado en la banqueta, incluso después que la hermana de la mamá del niño fue por él. Se quedó mirando el empedrado, viendo llegar a  los familiares a su casa. Tíos y tías del pueblo, de Guadalajara, de Los Angeles, todos llegaban a su casa. Él estaba como ausente cuando entró a la casa, su mamá le ofreció de comer, él no quiso, no tenía hambre y se quedó callado en la sala. A la hora de la comida él seguía ausente, fue cuando llegó su papá, se levantó temblando, fue hacia él, lo abrazó y los dos comenzaron a llorar.

Él estaba sentado en una silla sobre la banqueta, había mucha gente, muchísima gente, la calle estaba cerrada, algunos bebían algo de alcohol otros café o canela, otros contaban chistes, las mujeres rezaban el rosario, él seguía ausente, con la mirada perdida, con la mente en blanco, llegó su mamá y le pregunto que si quería pasar a verlo, el acepto y la siguió, entraron a la casa, había muchas flores. Entre tantas flores y las veladoras pudo ver el ataúd, se acercó. Ahí estaba su padrino, el papá del niño, apretó la mandíbula que le comenzaba a temblar, apretó los puños, recordó la noche anterior como su padrino llegó con el niño a su casa, había tenido una discusión con su mujer, llego en short y con sandalias, le pidió ropa presta a su papá porque iría a Guadalajara con sus amigos, se puso las botas y sombrero de su papá, les dejó encargado el niño, prometió volver a la mañana. Su padrino se fue mientras el jugaba a que no tenía manos con el niño, cinco minutos después volvió su padrino a decirle a sus papás que le encargaba muchísimo al niño. Antes del amanecer habían timbrado el teléfono, les decían que habían tenido un accidente de regreso de Guadalajara y que había muerto. Él seguía frente al ataúd, una lagrima se le escapó. Recordó la historia que le había contado su mamá, que un tío tenía una enfermedad rara y que pensaban que estaba muerto, pero en el velorio su tío se había despertado y asustado a la gente, él pensó que su padrino podría hacer lo mismo, cerró los ojos e hizo un trato con Dios, le dijo que si mantenía los dedos de las manos cruzados su padrino iba a despertar, le daba de plazo antes del entierro, cruzo los dedos, metió las manos en el pantalón y fue a la calle a sentarse, una sonrisa se distinguía entre los ojos llorosos.

El mariachi seguía tocando, y él temblaba mas, apretaba la mandíbula, los dedos cruzados dentro del pantalón, había mucha gente, pero el no la miraba, no miraba si el cielo estaba nublado o soleado, no escuchaba a su tía llorar, solo miraba el ataúd, esperando escuchar un grito de auxilio, rompió en llanto cuando bajaron el ataúd a la tumba, entonces miró a la mamá de su padrino llorar entre sus tías, a la hermana de su padrino arrojar flores a la tumba mientras la tapaban, a su papá sollozando tratando de contener el llanto, se preguntó si durante la noche no había descruzado los dedos sin querer, él lloraba esperando el milagro mientras el mariachi seguía tocando.

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