martes, 9 de julio de 2013

Libérala Señor

Ella gritaba cuando le echaban agua bendita, decía que le quemaba, que la dejáramos, que nos fuéramos. Era como un exorcismo, yo tenía miedo, mucho miedo. Estaba asustado, rezando mentalmente, gritando con la mente "libérala Señor". Estaba oscuro, mi amiga estaba recostada en un sofá, llovía. Unas cuantas velas iluminaban el lugar, el viento de vez en cuando las apagaba. Los truenos y relámpagos hacían que se incrementara más mi miedo y seguía rezando.

Todo pasó cuando estaba en la prepa, yo tenía 16 o 17 años, mi amiga no era muy sociable (con las mujeres) la mayoría de las mujeres de la prepa la odiaban, se juntaba con un pequeño grupo de mujeres y conmigo y mis amigos. Varias veces nos salíamos de clases y nos íbamos a una escuela abandonada en San Buenaventura, ahí tomamos mucha cerveza, a veces alguien llevaba una cámara y grabamos películas porno, pero ya saben, sin lo porno. Ella bailaba frente amigos muy tímidos, se sentaba sobre ellos y les movía el culo primero lento, luego rápido, ellos se ponían rojos, a veces sonreían de nervios. Nunca me quiso bailar a mi. Tú estás loco, decía, tú si me agarras las nalgas.

En algunas clases nos sentábamos juntos, yo estaba un poco enamorado de ella. Ella decía que no iba a pasar nada entre nosotros porque yo le gustaba mucho como amigo, si intentábamos algo más me haría sufrir y nuestra amistad iba a terminar. Ella era muy inteligente, en clases ella me contaba sus aventuras y me pidió que yo escribiera un libro sobre eso. Me contó como con 14 años fue a la casa de su novio que era mucho mayor que ella y se encontró con una cantidad industrial de pétalos de rosas sobre la cama, así fue su primera vez. Después como comenzó a salir con personas que hacían negocios ilegales, como iba con ellos a tomar en una casa donde en una esquina había alguien inhalando cocaína, otra esquina una pareja teniendo relaciones, alguien más bailando exótica-mente y ella con su novio sirviendo los tragos de whisky. Me contó de sus viajes en avioneta, de la vez andando en un Jeep se voltearon y quedó colgando amarrada con el cinturón de seguridad.

Todo eso me lo contaba en clases, los maestros nos veían reír y nos preguntaban sobre la clase. En ese tiempo yo tenía la habilidad de entender la clase mientras hacía otras cosas. A veces me ponía a jugar ajedrez con un compañero en clases, o me robaba un libro de la biblioteca y lo leía en clases, otras veces no iba a clases y 10 minutos antes del examen leía los apuntes de mis compañeras y era de los que mejor le iba en los exámenes. Nunca tuvimos problemas por platicar en clases, nos divertíamos con los maestros. Ella decía que deberíamos ir (juntos) con un psiquiatra para tratar de ponerlo loco.

Una tarde lluviosa un amigo fue por mi, me dijo que a ella la habían tratado de violar, la habían golpeado, estaba mal. Él y otro amigo estaban en un grupo de la Iglesia y querían ir a hacerle una oración de liberación porque ella estaba enojada con Dios. En ese tiempo comenzaba a leer a Nietzsche y estaba en mi etapa de ateo, pero como estaba lloviendo y no tendría otras cosas que hacer, accedí a ir con ellos.

Llegamos poco antes del anochecer, no había luz en la casa. Eramos no más de 10 personas, nos metimos a la sala después que alguien fue por velas. Ella estaba recostada en el sofá, tenía la cara hinchada por los golpes. Comenzó a hablar de lo sucedido, como gritaba cuando la golpeaban, como los vecinos no hicieron nada y la dejaron tirada un buen tiempo. ¿Por qué me pasan estas cosas a mi? se preguntaba, ¿Si Dios existe por que no me ayudó? comenzó a dudar de la existencia de Dios, el Dios que la abandonó, el Dios en el que ya no creía.

Nos sentamos a su alrededor, ya era de noche y no dejaba de llover. Nos pidieron que cerráramos los ojos, hiciéramos una cruz con nuestros dedos y dijéramos "libérala señor". Así estuvimos varios minutos repitiendo eso, alguien caminaba detrás de nosotros y nos ponía aceite en la nuca, decía que era para evitar que los demonios entraran en nosotros. Comenzaba a llover más fuerte, los relámpagos retumbaban en toda la casa, mi amiga se quejaba, primero quedito, después gritaba. Escuché a la persona que nos ponía el aceite decir "no vamos a poder nosotros, debimos traer al Padre". Ella gritaba más fuerte, nuestros rezos también subieron en intensidad, cuando abrí los ojos pude ver a dos personas que la sujetaban, una de los brazos, otra de los pies, ella se retorcía, tenía mucha fuerza, no la podían detener. Ella gritaba, nosotros seguíamos rezando. Alguien le colocó una Biblia en el pecho y ella la aventó, un amigo estaba cerca de ella hablando en un idioma extraño, me dijeron que era el "don de lenguas" que muy pocas personas lo tienen. Ella se quejaba, gritaba y luego se reía, se reía mucho. No me van a hacer nada, decía, no van a poder conmigo, gritaba y luego se reía. Ella es mía, ya me pertenece, gritaba y volvía a reír. Alguien le aventó agua bendita y ella se quejaba y gritaba que le quemaba, que no hicieran eso, el agua bendita la quemaba. Volví a escuchar a la persona del aceite decir que no íbamos a poder que había sido un error hacerlo sin el Padre. Luego ella como que se desmayó, se quedó dormida. Todos sonrieron, aliviados de que ya había pasado.

Cuando despertó, estaba muy confundida, no recordaba mucho lo que pasó, dijo haberse sentido en un sueño, en un lugar oscuro donde estaba el Diablo y al otro lado nosotros, que peleábamos por ella. El Diablo le decía que le pertenecía a él. Él le había dado todo lo que ella pedía, inteligencia, belleza, hombres, todo. Pero que nosotros con los rezos la jalábamos y no la dejábamos ir con él. Alguien preguntó sobre quién había ganado, a que lado se había ido, ella dijo que ya todo estaba bien y se quedó sonriendo.

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